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2 juegos psicomotores de educación infantil para estimular la motricidad gruesa

Juegos psicomotores de educacion infantil

En este artículo te voy a enseñar qué es la motricidad gruesa, cuáles son los factores más importantes que determinan el desarrollo psicomotor del niño y además te voy a mostrar dos ejercicios de psicomotricidad que les van a encantar.

El niño desarrolla la capacidad de aprender, adaptarse y enfrentarse al mundo gracias al movimiento y a las emociones.

Por tanto, el movimiento es una de las primeras formas que tiene el ser humano de aprender sobre el entorno que le rodea.

¿Qué es la motricidad gruesa?

Cuando hablamos de motricidad gruesa nos referimos a la habilidad de mover y utilizar de forma coordinada la totalidad del cuerpo humano.

Actividades como gatear, andar o correr requieren de un proceso de crecimiento, desarrollo y maduración previos del niño.

Los patines, por ejemplo, son una excelente opción para el desarrollo de la motricidad gruesa y de la coordinación global de todo el cuerpo.

El uso de patines infantiles para las niñas y niños a partir de la cinco años de edad puede ser una buena herramienta, con la que van a introducirse en esta divertida actividad motriz que, a su vez, les ayudará en la mejora de la coordinación global del cuerpo. Eso sí, procura que vayan equipados con las debidas protecciones para evitar que se hagan daño ante una posible caída.

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Autores como Craig definieron el desarrollo humano en su libro Desarrollo Psicológico como el proceso a través del cual se producen cambios en la estructura, el pensamiento o el comportamiento de una persona debido a las influencias biológicas y ambientales.

En este proceso de desarrollo, el niño tiene que conseguir una serie de hitos, los cuales van a depender de un proceso madurativo.

En otras palabras, de una serie de cambios que van a tener lugar en su cuerpo a nivel bioquímico y celular, morfológico (cambios en la figura, forma y apariencia) y celular.

Y de un proceso de crecimiento a largo del cual aumentan tanto el tamaño del cuerpo, como su función y complejidad.

¿Cuáles son los factores que más influyen en el desarrollo psicomotor del niño?

En el desarrollo de la motricidad fina y gruesa influyen varios factores que se dan durante la etapa prenatal, el momento del parto y después del nacimiento.

Durante la etapa prenatal, su desarrollo no sólo va a depender de la formación biológica de su cuerpo sino también de los cuidados y las pautas en el estilo de vida que tenga la madre sobre sí misma y el feto.

Además de la edad, la alimentación y la exposición a determinadas radiaciones.

El conjunto de estos factores puede afectar positiva o negativamente al desarrollo psicomotor posterior del niño o la niña.

Puedes conocer algunas de las fases del desarrollo psicomotor del niño en mi artículo 2 ejercicios de motricidad fina para niños.

En resumen, consideramos que hay dos clases de factores que marcan el desarrollo motor del feto: los internos como los genes, las hormonas y las alteraciones psicológicas y médicas.

Y los externos como la nutrición, las enfermedades de la madre y las radiaciones a las que esté expuesta.

Los factores que marcan el desarrollo psicomotor del niño después de su nacimiento son:

  • Su desarrollo físico y neurológico.
  • Las condiciones de crianza: buena calidad de vida, atención y cuidado por parte de los adultos responsables y un clima emocionalmente sano y seguro para él.
  • La calidad y variedad de experiencias motoras que tenga.

Lo que es importante destacar es que existe una estrecha interrelación entre el desarrollo físico, mental y emocional del niño no sólo después de su nacimiento, sino también en la etapa anterior.

Ahora bien, en este artículo vamos a poner especial atención en el planteamiento de actividades para desarrollar la motricidad gruesa con el fin de enriquecer las experiencias motoras de los niños y niñas.

¿Cómo trabajar la motricidad gruesa en la etapa de 0 a 6 años?

Una de las formas de estimularla en los niños de esta franja de edad es mediante ejercicios de motricidad gruesa que los podemos plantear a modo de juego.

Ahora bien, en el momento de diseñar actividades de motricidad gruesa, es recomendable tener presentes los siguientes principios:

  • Cada niño se desarrolla a un ritmo diferente y único, por lo que respetaremos su ritmo evolutivo, a la vez que le facilitaremos juegos o situaciones que potencien aquellas habilidades en las que tenga más dificultad, de forma divertida y sin forzarlo.
  • Las expectativas de los adultos influyen en su conducta.
  • En cualquier fase de su desarrollo, el pequeño puede poner más énfasis en un aspecto concreto en perjuicio de otros.
  • Determinados reflejos primarios como la prensión y la marcha tienen que desaparecer antes de adquirir los movimientos correspondientes.
  • El desarrollo motor parte de respuestas débiles, globales y desorganizadas para evolucionar hacia respuestas específicas, focalizadas y globales.
  • Es fundamental que sepamos proporcionar al niño un clima en el que se sienta seguro, confiado y con expectativas de aprender durante el juego y sobre todo en la vida cotidiana.

Primer juego de motricidad gruesa: circuito del ciclo vital

En este ejercicio de motricidad, especialmente enfocado para niños y niñas de dos a tres años, vamos a trabajar algunos movimientos locomotrices elementales como reptar, subir escaleras, brincar y mantener ligeramente el equilibrio sobre una pierna.

Para ello hemos pensado en emular el ciclo de vida de un gusano de seda, desde que nace hasta que se transforma en mariposa.

Previamente, antes de que vengan los niños, diseñaremos nuestro circuito vital con unos pocos materiales:

  • Cinta adhesiva roja (para marcar el recorrido a seguir).
  • Tiza de color verde.
  • Túnel de gateo. Lo podéis conseguir en cualquier tienda de juguetes o en Amazon tienes varios modelos para elegir.
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  • Unas cuantas hojas de un árbol cercano a vuestra casa.
  • Unos pocos platos a ser posible de un material reciclable como el bambú y fruta de temporada cortada en gajos.
  • Aros de hula hoop.
  • Unas sábanas o telas ligeras (si las podemos conseguir de colores bonitos, mejor).
  • Una escalera de madera para niños con dos o tres peldaños.
  • Una colchoneta.

La cinta adhesiva roja conectará cada una de estas zonas, marcando el recorrido a seguir.

Podemos elaborar este circuito en una zona espaciosa dentro de casa o de un aula. Es preferible que los niños realicen esta actividad en un suelo liso y cómodo para evitar rasguños o cortes al desplazarse por el suelo.

Nuestro circuito va a constar de las siguientes zonas:

  • Una zona de inicio donde vamos a dibujar una hoja, con una tiza de color verde, lo suficientemente grande para que quepan unos cuantos niños dentro de ella.
  • Una segunda zona en la que vamos a colocar un túnel de gateo (podéis utilizar uno plegable para que os resulte más fácil de almacenar y transportar).
  • Un tercer espacio en el que dibujaremos en el suelo y con tiza un árbol con su tronco y varias ramificaciones que van a ser sus ramas. Al final de las ramas, colocaremos hojas naturales y gajos de fruta en platos.
  • Una cuarta zona donde vamos a colocar tantos aros de hula hoop como niños participen (en caso que el grupo sea muy numeroso, podemos proponerles que jueguen por turnos). Y una sábana de un color llamativo dentro de cada aro.
  • En la quinta zona habrá la escalera de madera e inmediatamente después la colchoneta.
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Vamos a introducir brevemente a las niñas y niños en el juego, explicándoles brevemente el ciclo vital de un gusano de seda. Intentaremos crear expectación para que se sientan motivados a iniciar el juego.

Una vez todos se animen a participar, les comentaremos que el juego va a consistir en escenificar el ciclo vital de un gusano de seda.

Para ello es necesario que todos estén atentos al relato que el adulto les va a contar con el objetivo que ellos lo representen.

Para esta actividad, os propongo el siguiente relato:

¿Empezamos? Nos colocamos todos en la gran hoja verde y nos recogemos haciendo un ovillo. Estamos dentro de un huevo.

De repente, nos despertamos y estiramos bien los brazos para salir de nuestro huevo. ¡Somos gusanos de seda!

Inmediatamente nuestra barriga empieza a hacer unos extraños ruidos: estamos hambrientos. Así que nos disponemos a buscar comida.

¿Cómo se desplazan los gusanos de seda? ¿Alguien lo sabe? Se arrastran. Y,¿qué comen? Hojas tiernas y jugosas.

De modo que vamos a desplazarnos arrastrándonos, uno detrás del otro, siguiendo el caminito que tenemos marcado en el suelo. Necesitamos encontrar un árbol y no muy lejos hay uno.

Pero justo delante del árbol hay un túnel. ¿Qué hacemos? ¿Lo cruzamos? Aquí les animamos a que pasen reptando por el túnel.

Seguimos andando por nuestro caminito y llegamos al tronco de un árbol con muchas ramas, recorremos una rama y llegamos a un montón de hojas verdes y apetitosas que podemos comer con total tranquilidad.

Aquí les podemos preparar una pequeña sorpresa: les dejaremos preparados varios platos, colocados encima de un monto de hojas, con gajos de frutas de temporada para que puedan comérselos.

Bien, ahora que estamos saciados, proseguimos con nuestro recorrido y seguimos desplazándonos hasta llegar a una zona con varios aros con una sábana en su interior.

Nos empieza a entrar sueño y aprovechamos esta improvisada camita para echarnos un rato. Nos cubrimos con la sábana.

Mientras estamos durmiendo ocurre algo muy curioso: nos vamos transformando en mariposas sin darnos cuenta.

Y en cuanto nos despertamos y nos incorporamos de pie, nos damos cuenta que nos hemos convertido en bellas y preciosas mariposas. Nuestras sábanas van a ser nuestras alas.

Ahora avanzamos el recorrido ondeando nuestras majestuosas alas y dando pequeños brincos pero nos topamos con un mosquito y una de nuestras alas se lastima ligeramente.

Así que no nos queda otra opción que volar a medias: brincando a la pata coja aunque pronto nos recuperamos, ya que sólo ha sido un golpe pasajero.

Divisamos un pequeño acantilado a lo lejos. ¿Nos atrevemos a sobrevolarlo? Subimos de uno en uno la escalera y al llegar arriba saltamos hacia la colchoneta para volar definitivamente como libres mariposas que somos.

Segundo juego de motricidad gruesa: nos adentramos en la selva del Paititi

En esta segunda actividad de psicomotricidad pretendemos que las niñas y niños de 3 a 4 años ejerciten algunas habilidades locomotrices como saltar, mantener el equilibrio sobre un pie, rodar sobre sí mismos, correr, ponerse de cuclillas y estirarse e incorporarse rápidamente.

Para la preparación de esta actividad lo único que necesitamos es una sala con un suelo cómodo donde los niños se puedan estirar sin problemas y la imaginación del adulto para adaptar el relato a las necesidades del grupo.

Como se trata de una actividad de psicomotricidad bastante dinámica es interesante que se la propongamos en un momento del día en que no estén demasiado cansados ni demasiado excitados como para no prestar atención.

Para motivarlos e introducirlos en la temática de la actividad, previamente les hablaremos sobre cómo es una selva, qué clase de plantas, árboles y animales suelen vivir en ella, dónde está la selva del Paititi.

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Aquí les podemos enseñar un mapa mundi o un globo terraqueo para que se hagan una idea de la distancia a la que está y les mostraremos imágenes o algún vídeo sobre esta selva.

Una vez el grupo ya haya entrado en materia y esté motivado, les vamos a proponer realizar una expedición a la selva del Paititi.

Pero como se trata de una expedición muy peligrosa, tendrán que estar atentos a las indicaciones que les vaya dando el adulto que les guiará en la actividad.

Os propongo el siguiente relato para este juego de psicomotricidad. Lo podéis adaptar en todo momento, en función de las necesidades e inquietudes de los niños.

Bien, ahora que ya sabéis un poco más sobre las selvas en general y sobre la selva del Paititi en particular. ¿Qué os parece si nos convertimos en intrépidos exploradores y nos vamos de expedición a la selva del Paititi?

Pero como la selva está demasiado lejos de aquí, tendremos que cruzar un misterioso túnel que nos llevará directamente a ella.

Como el túnel es muy estrecho nos vamos a colocar formando una fila y como es muy angosto, vamos a cruzarlo de cuclillas. ¡Cuidado no tropecéis, pues está muy oscuro!

A pocos metros de la salida del túnel, vemos una hermosa luz al final del mismo. ¿Qué será? Nos acercamos porque queremos saber qué hay al final de este misterioso túnel.

¡Oooooh! Divisamos unos hermosos árboles verdes, muy altos. Nos incorporamos. Qué bien que ya nos podemos poner de pie.

¡Pero atentos, agachaos! De repente nos cae una liana. Menos mal que hemos reaccionado a tiempo.

¿Nos adentramos en esta bella y salvaje selva para explorarla? Os advierto, tendremos que estar muy atentos a cada paso que demos, pues es tan hermosa como peligrosa.

A escasos metros divisamos una angosta pasarela, es como un puente pero muy, muy estrecho. Sólo hay una forma de cruzarla, de uno en uno y caminando con un pie delante del otro.

Una vez cruzada la pasarela, ¿qué es lo que hay delante de nosotros? ¡Un pequeño barranco! Por suerte, lo podemos cruzar con un buen salto. Es la única forma que tenemos de cruzar hacia el otro lado y seguir con nuestro viaje.

Nos preparamos para dar un buen salto de uno en uno.

Seguimos explorando y andamos un rato más para llegar a un bello lago. Necesitamos cruzarlo. Menos mal que cerca de nosotros hay una balsa de troncos y unos cuantos troncos más que nos van a servir de remos.

Vamos a colocarnos todos dentro de ella, pero como también es bastante estrecha tendremos que ponernos uno delante del otro y ¡a remar! Primero a la izquierda y luego a la derecha.

Llegamos a la orilla. Hay algo que no funciona demasiado bien. Nos estamos hundiendo: estamos encima de arenas movedizas. Rápidamente nos agarramos a una liana que hay a nuestra derecha para salir de un buen salto.

Estamos a salvo pero nos damos cuenta que una de nuestras zapatillas se ha quedado dentro de las arenas, así que tendremos que andar a la pata coja, ya que la selva es demasiado peligrosa para andar descalzos.

Seguimos andando a la pata coja y, de repente, nos acordamos que en la mochila llevamos un par de zapatillas más. Nos las ponemos y podemos seguir andando cómodamente.

¿Qué es ese ruido? ¿Lo habéis oído? Suenan una especie de cánticos y creo que no son muy amigables. ¡Nos disparan flechas! Nos tenemos que refugiar.

Delante nuestro hay una zanja, nos dejamos caer en ella rodando sobre nosotros mismos para así esquivar las flechas.

Ya estamos a salvo ¡Cuánta aventura en un solo día! ¡Qué selva más intensa!

Como ya estamos un poco cansados de tanta emoción y el sol se empieza a ocultar, sería bueno que regresáramos a casa. Mama y papá estarán preocupados.

Afortunadamente, delante nuestro encontramos otro túnel. ¿Lo cruzamos? A lo mejor nos trae de regreso a casa.

Parece el mismo túnel oscuro, estrecho y pequeño del principio. Nos ponemos otra vez de cuclillas y lo cruzamos de uno en uno.

¡Sorpresa! Al final del túnel, nos encontramos de vuelta a la sala. Por fin, habéis llegado. Sois todos y todas muy valientes. Conozco pocas personas que serían capaces de realizar la expedición que vosotras y vosotros acabáis de hacer. Os felicito.

Éstas son solo dos de las muchas actividades de psicomotricidad que podéis proponer a vuestros hijos o alumnos. Espero que las pongáis en práctica en casa o en la escuela. Estoy convencida que van a tener mucho éxito entre los pequeños.

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